No resulta exagerado afirmar que “En la espiral”, lo nuevo de Lori Meyers, es uno de los trabajos más anhelados del pop español reciente. Exploratorio y dinámico, el sexto álbum del grupo formado por Ale Méndez, Alfredo Núñez y Noni López conjuga inmediatez y complejidad, bucolismo y turbulencia, estribillos invictos y desarrollos instrumentales inopinados. Aire, tierra, agua y fuego.
Es el resultado de un proceso de composición libre aunque exhaustivo que nace sin maquetas ni ProTools en los cuarteles generales del grupo en la Vega Granadina. Crece durante semanas en los estudios La Casamurada del Penedés tarraconense con Ricky Falkner coproduciendo, madura de vuelta al territorio nazarí en intensivas sesiones de pulido y culmina entre Londres y México D.F. bajo la atenta mirada del veterano Phil Vinall tutelando la mezcla. En sus estrías –saldrá en vinilo, al igual que toda la discografía anterior, reeditada recientemente para su disfrute a 33– chisporrotea la electricidad estática acumulada durante casi veinte años de labor creativa.
Lori Meyers canaliza toda esa energía en 13 canciones de muy distinta naturaleza en las que se combina lo íntimo y lo expansivo. Patrones rítmicos maquinales, vaporosos tapices de teclado, 77 BPM, secuencias de acordes en canal limpio, erupciones de flanger, arpegios de cristal, pespuntes de piano, Mellotrones, 154 BPM, coros y danzas… Ambición, algunas certezas y muchas ganas de avanzar suscribiendo un método distinto al habitual –no exento de dificultades y, a menudo, vertiginoso– que se rebela contra el descorazonador estado de las cosas, anteponiendo la pasión artística y apostando fuerte por la emancipación formal. Es un disco exigente e intrépido que neutraliza cualquier duda –razonable o no– sobre la valía del trío andaluz.0000