Después de una semana de estar en Benidorm disfrutando del litoral valenciano procedemos a relatar nuestra crónica del Low Festival. Pasamos unos espléndidos días en la ciudad valenciana el 29, 30 y 31 de julio. Sin más dilaciones vamos a distribuir la crónica de la siguiente manera: dividiremos lo malo y lo bueno en su estricto significado lingüístico, para nosotros lo más «Low» y lo más «High».
LO MÁS HIGH
VIERNES
El jueves tuvo momentazos y otros que no lo fueron tanto. Pero como aquí vamos a lo que vamos, comenzamos por los momentazos. Uno de los momentos del jueves fue Love Of Lesbian que aterrizaron en Beniyork con su Poeta Halley, aterrizaje que no les impidió sorprendernos con algún tema viejuno e icónico como es «1999».



Después de una dosis de los de Barcelona nos trasladamos al escenario Matusalem para ver a León Benavente, que fue, sin duda, el concierto de la noche. Con un directo potente y una energía desbordante, la banda hizo bailar, cantar y saltar a absolutamente a toda la audiencia con canciones que ya se convierten en himnos. Otro momento high de la noche fue sin duda Hot Chip. Te podrán gustar más o menos pero no te dejan indiferente. Sobre todo con las pintas de señora que me traía el cantante, el señor Alexis Taylor y su versión del «Boss» máximo que es Bruce Springsteen y su «Dancing in The Dark».



WAS también fue uno de los momentos más top de la noche. Los vascos volvieron un poco a sus inicios, renovados con una energía diferente que se contagiaba al público. Y en sus propias palabras «folk vasco en inglés, ¡Aupa ahí!». Y para poner el broche de oro a la noche del jueves acabamos con los fantásticos y estéticos Monarchy: una confluencia de música sincronizada al dedillo con una voz que roza la perfección por lo que se refiere a la técnica, Maybe we were crazy después del concierto
SÁBADO
El subidón del sábado llegó bien entrada la noche (nos perdimos Novedades Carminha…daaaaaamn!), y fue con Les Grys-Grys; los franceses saben tocar muy bien esa guitarra rockera y contagiarnos todo el ritmo habido y por haber, la verdad, una de las revelaciones del día. El sábado teníamos ganas de bailar y bailar y fue Yall quien nos sacó a la pista con una sesión que para nosotros fue espléndida, pero lo que no sabíamos era que lo mejor estaba por llegar. En el escenario Budweiser se cocía algo muy interesante, algo que venía desde Canadá y que nos iba a dejar con la boca abierta. Sí señores, era Peaches. La compositora y cantante tenía algo que enseñarnos y empezó por lo más obvio: la vagina, pero en su versión vestido de fiesta. Un show que destacó por la complejidad de mantener el tono y el vibrato mientras subía escaleras, mientras pinchaba e incluso en volandas, algo que no es nada, pero que nada fácil. Sin duda, la revelación de la noche.



DOMINGO
Y bueno, solo nos queda lo más top del domingo. Empezamos con mi amor platónico y es ese gallego llamado Xoel López. Siempre consigue tocarme el corazón haga donde haga su actuación, sea acústica, sea con banda, sea con media banda, sea con Iván Ferreiro -y mira que no me gusta-, el caso es que siempre lo consigue y esta vez no fue para menos.



Pero lo bueno no acaba ahí señores, también nos pasamos por el escenario Wiko a ver Badlands. Los valencianos son unos de los embajadores nacionales del Bluegrass y lo defienden muy bien, un concierto que acabó con su versión de «Ghostbusters». Después nos pasamos por Carlos Sadness que ofrecía un show totalmente flowerpower en el escenario Matusalem. ¿Por qué etiquetamos a Sadness dentro de lo bueno con las pegas que le hemos puesto con anterioridad? Pues porque lo bueno que tiene es muy bueno: y es conseguir contagiar un buen rollo festivalero veraniego aunque sea invierno, eso no lo hace cualquiera.
Pero el plato fortísimo todavía no había llegado y se daba cita en el escenario Budweiser a las 23:40 con puntualidad absoluta. Sí, eran Vetusta Morla que seguían con su gira «La Deriva» y por el tono del concierto, nos quedamos con la idea de que esto iba a ser un largo hasta luego. ¿Tendremos nuevo disco pronto? Con ansia lo esperamos para desmenuzarlo. El concierto estuvo impecable en cuanto a técnica, luces, puesta en escena y obviamente a sonido. Nos trasladaron más de una vez a «Un día en el mundo», muchos nostálgicos lo agradecimos.



Después de Vetusta Morla pasamos al escenario Matusalem a ver a Miss Caffeina, un grupo que parecía incluso emergente respecto al poco público que había a esa hora -todavía le quedaba alguna canción a Vetusta- aspecto del que se hicieron eco después. Como viene siendo costumbre, su «mira como floto, mira como vuelo» es lo más coreado cada vez que aparece en el setlist. Unas horas después, algo muy guay se cocía en el Matusalem pero esta vez venía de un poquito más lejos: era Javiera Mena y su electrónica que encandilaba a los más fieles y a los que pasaban por allí a ver de que iba el asunto. Javiera a 2 manos controlaba el teclado, su ordenador de la manzanita mordida y a la vez el micro para poder cantar. También tuvo colaboraciones sorpresa, y es que El Último Vecino se subió al escenario para cantar con ella «Culebra, Columna y Estatua».
LO MÁS LOW
VIERNES
De lo más bajonero del jueves fue perdernos a Ángel Stanich, sí soy «Stanishlista» y siempre que puedo verle me acerco, pero por mi culpa, por mi culpa y mi gran culpa llegué tarde cual Zahara a los aviones: «maldisión gitana» pa mí, a la próxima no fallo. Siguiendo con el jueves, «meh», no soy muy fan de la M.O.D.A y ya les ví en el Montgorock y creo que me da para lo que queda del año. Otro momento bajonero que ojo, no esperábamos para nada, fue el de Belle And Sebastian. Empezaron el concierto muy arriba con sus temas más emblema y luego se vinieron abajo y cada vez más abajo, igual era yo, que tenía unas expectativas muy altas. Ya en el escenario Matusalem, Belako fue otra cosa que no esperábamos. Les habíamos oído en otros escenarios y nunca habían defraudado, hasta el Low. Atendiendo a nuestro criterio sonaron muy mal, la inteligibilidad del sonido brillaba por su ausencia, prácticamente no se distinguía nada. Sé que a veces esto no se puede controlar pero ahí falta producción y alguien específicamente encargado de ese aspecto, de lo contrario pasa como nos pasó a nosotros, que después de un rato intentándolo, luego no quisimos intentarlo más. Y para terminar con lo malo, quien se llevó la palma del viernes fue el cantante de Los Nastys, quien casi apoyó su miembro reproductor en la cara de una compañera, lo que demuestra que algunas sustancias deberían tener algo más de autocontrol antes de pisar un escenario: deplorable.
SÁBADO
El sábado fue algo flojo a horas tempranas. Nunca nos entusiasmó demasiado Second. Incluso nuestros compañeros de piso querían y digo querían, porque al final ni llegaron al concierto, sino que lo cambiaron por «Puerto de Indias» y tampoco creo que fuese mala elección. Lo único que lamentamos y re-lamentamos fue no poder llegar a Novedades Carminha. Llegamos a Niños Mutantes y pese a que había un llenazo desmesurado tampoco consiguieron entusiasmarnos: los más nostálgicos y quizá los que no sabían a que hora tocaba su banda favorita se dieron cita.
Ahora vamos a escribir un apéndice a parte. No, tampoco somos demasiado fans de Los Planetas pero hay una horda de defensores esperando a mi puerta para convencerme de lo contrario. Esa voz gangosa de Jota que, o te encandila hasta el punto religioso o pasa desapercibida hizo el deleite de los fans que esperaban con ansias volverlos a ver: para ellos el concierto fue sublime, bien pudimos constatarlo en el bus de vuelta. Nosotros le damos un «meh».



La Habitación Roja también es harina del mismo costal. Lo sé, llevan 20 años de trayectoria y son y han sido un referente para la música indie española pero, sigo sabiéndome solo una canción. Pero oye, ¡la tocaron!. Suede, ay! Suede. Otro poco más de lo mismo ese día. Personalmente nunca me han entusiasmado mucho, reconozco totalmente su trayectoria pero no despiertan en mí ‘eso’.
DOMINGO
El domingo nos trató bien y casi, casi, no tuvimos decepciones. Salvo por The Kooks, a quienes fuimos a ver mega-ilusionados pero no sabemos a santo de qué no nos contagiaron nada, es decir, insípidos e incoloros, casi como el agua; la única diferencia es que el agua refresca. Siguiendo con las decepciones del domingo, ambas se encuentran en el escenario Wiko. La primera fue la de El Último Vecino por tema de sonido. No sé si estaba mal ecualizado o qué pero me costaba mucho entender la letra y eso no debería pasar en un concierto. Ya a altas horas de la madrugada Trajano! -Trajanooooooo, para los amigos- nos ofreció más de lo mismo. Las ondas graves que emitían las cuerdas vocales de su cantante eclipsaban todo el espectro sumiéndonos en un enjambre de graves del cual era muy difícil salir.
Y hasta aquí podemos leer con respecto al Low Festival 2016. Recordad, siempre, SIEMPRE hay que quedarse con lo bueno. ¡Hasta la próxima!