Octubre se inauguró en la Sala Wah-Wah con el regreso a casa del pop electrónico de Amatria. Y es que si Joni Antequera nació en Ciudad Real, su proyecto musical hizo lo propio en la capital del Turia. Si bien es ahora, en Madrid, donde está comenzando a tener cierto reconocimiento.
La velada comenzó con Johnny B. Zero animando al personal. Los valencianos, que arrastraron un buen número de fans a la sala, son fuerza sobre el escenario. Al micro, Juanma va de sobrao y le queda genial. Con su peinado cazuelilla a la moda de los 90 y una sudadera de capucha como las que usa mi novia de pijama, la estética crea una especie de sensación entre «Queselahaganmirar» y «Lesquedabien». Sonaron geniales, irradian energía y, además, versionaron I Follow Rivers de Lykke Li de una manera brutal. Gran actuación.
Y llegó la hora de Amatria. El público estaba con ganas de afrontar el pop electrónico, con ganas de bailar. A la voz y ocasional guitarra de Joni lo acompañaban una percusión y otra cuerda. Sin embargo, el resultado no fue el esperado. El sonido falló y las bases electrónicas se imponían sobre los instrumentos o la voz, pese a la insistencia de Joni en que lo subieran tras cada canción. Incluso hubo un parón de cinco minutos porque les falló el bajo, aunque esto último podría quedar en anécdota. Eso sí, nos privó del bis.
Nada de esto impidió que el público lo diera todo con Chinches, del que podemos decir que es uno de los temas más pegadizos del panorama actual, aunque Amatria corre el riesgo de convertir esa canción en su One-Hit Wonder. No por falta de nivel del resto de temas, sino por una estrategia de mercado orientada en exceso hacia ese tema.
Así que, como conclusión, diría que Amatria no pudo lucirse ni demostrar su auténtico nivel en directo además de evidenciar una dependencia (temporal, esperemos) de su tema estrella . Pero fue divertido.