Están en todas las ciudades, es quizá la cultura urbana de moda. Adoptan prendas vintage como bandera que no duda en combinar con los diseños más actuales. Son los llamados «hipsters». Ya sabes, HIPSTERS, así con mayúsculas. No es una palabra inventada por nuestras madres, ser hipster es la última moda.
Esta nueva “tribu urbana” es azote de salas de conciertos, postureo y conversaciones vacías sobre ese poeta eslavo de nombre impronunciable. Si algo destaca del fenómeno es en su forma de vestir. Una mezcla de preocupación por lo ecológico, nostalgia por el pasado y definirse como algo único es lo que les lleva a ser visitantes de mercadillos y tiendas especializadas.
Podemos estar tranquilos, no se trata de vestir como Cindy Lauper, Madonna o Robert Smith, por suerte los 80 ya quedan muy lejos. Muchos los reconocemos al llevar esas camisas que recuerdan a la época de cultura beatnik allá por los 50, gafas de pasta, vaqueros que no dudan en combinar con botas moteras para hombres. Desafían las normas impuestas de vestimenta hacia una nueva dimensión.
Las cosas artesanales tienen mucho que ver en su indumentaria, si está hecho en Etsy seguro que lo comprarán y si lo ha hecho un diseñador independiente llevarán sus diseños incluso en un funeral si es necesario, eso sí… en impoluto color negro.
Y es que dejando a lado la moda, los hipsters, son mucho más que personas con un aspecto un tanto retro, van pegados a su smartphone, iPad o trabajan con un MacBook mientras se toman un café en una cafetería acompañado de un cupcake. Ya que en su cultura lo más hipster es no serlo. No hay mejor arte en la moda que aparentar no querer estar a la moda. Y en eso se basa su continua búsqueda de nuevas combinaciones.