Os contaremos una historia… Hoy hablaremos de la otra cara del éxito de la empresa Apple: el diseñador Jonathan Ive. En los últimos tiempos, con la muerte del genio Steve Jobs y la consecuente publicación de su biografía, se empezó a hablar de otro genio de esta conocida compañía, hasta ahora desconocido. Referido en numerosos momentos a lo largo de la biografía de Jobs, Jonathan Ive es el típico gran creador remetido para la penumbra de un gigante mediático como lo fue Steve. Sin embargo, lo que muchos no sabíamos es que su talento, al igual o más que el de Jobs, constituye el éxito de los últimos años de Apple.
Para entender su trayectoria tenemos que retroceder a la década de los 80/ inicios de los 90. Década en la que la compañía de la manzana vio sus ventas caer en picado reduciendo considerablemente su posición en el mercado informático. Período este que, aunque no se haya hablado mucho, coincidió con la ausencia del propio Steve Jobs y con el ascenso a la dirección de un equipo de ingenieros poco interesados en el diseño. En este contexto, y en una fase de profunda decadencia de Apple (año de 1992), Ive ingresa en la compañía cargado de ilusiones e ideas nuevas. Sin embargo, como es referido en la biografía de Jobs, el joven Ive al poco tiempo de trabajar allí se sentía aburrido por no desarrollar sus aptitudes, lo que anunciaba ya que este era un genio creador atrapado en una «jaula». Cuatro años después de que entrara Ive (1996), y ante la decadencia en la que había caído el negocio, Apple se ve obligada a readmitir a Steve Jobs y empieza finalmente una nueva era para la compañía y para el joven Ive. Steve Jobs, ante el compromiso de hacer remontar el negocio, decide crear «productos» con identidad propia, lo que implicó una mayor atención a la estética y ergonomía de los aparatos. Situación perfecta para un creador como Ive que, junto con Jobs, inició la nueva era de Apple – una era dedicada a unir la artesanía a la producción en serie. Así, tan solo dos años después de que Steve Jobs volviera a la empresa, ambos completan su primer proyecto – el iMac -, un ordenador compacto cuyo diseño cayó como una bomba de éxito en el mercado informático. No se había visto nada igual antes: un monitor CPU dos en uno en forma de fruta y con un acabado trasparente que recordaba a un «caramelo» envuelto en papel transparente. Sin embargo, esto no sería posible si ambos no estuvieran unidos. El propio Ive lo afirma en la biografía: «cuando jobs presenta esos diseños como si hubiesen salido de su propia cabeza, me siento como si me hubieran robado un bebé. Pero también reconozco que sin la visión y la apuesta de Jobs habría sido imposible que esos bebés vieran la luz». Un mixto de agradecimiento y frustración por falta de reconocimiento.
Lejos de clasificar a la marca y sus responsables como los mejores o los peores, esta historia nos enseña la importancia del diseño en el mundo comercial y sobretodo la dicotomía entre artesanía-producción tecnológica y estética- función. En definitiva: diseño. Algo muchas veces poco apreciado, pero más completo y poderoso de lo que muchas empresas se imaginan. ¿Qué sería de Apple sin Jonathan Ive y sus diseños?